Hace días decidí tomarme un “tiempo fuera” de twitter. Para mí de pronto un día, un espacio donde disfrutaba mucho debatir sobre temas de mi interés y compartir con otros se convirtió en un disparador de ansiedad cada mañana.
Estadísticas, protocolos, estudios, modelos matemáticos que no arrojaban un solo dato positivo. Especialmente las fotos que acompañaban a muchas de estas intervenciones me ponía cada vez más nerviosa y reconocí que, todo esto eso estaba teniendo un impacto muy negativo en mi salud emocional. Para el colmo, o fortuna, soy psicóloga y aún así me tardé en reconocer que algo no estaba bien conmigo y que necesitaba tomar un descanso.
Ayer volví y acepté que lo que había pasado conmigo era un duelo.
Negación
Primero pensé que el virus no llegaría al continente donde vivo. “No, eso está muy lejos, no se está acercando” Cuál fue mi sorpresa que, en un abrir y cerrar de ojos, el país donde vivo apareció ahí. Con estadísticas más atemorizantes, con datos más lúgubres. Con quizá menos precauciones y acción que otros países. Este es un país organizado, seguro esto termina pronto, no es tan grave, seguro toman acción velozmente y luego lo contamos como una mala jugada temporal.
Enojo
Luego me reconocí enojada. Por qué estaba pasándonos esto ahora? Qué habíamos hecho todos para que esto pasara? No es justo, ni para mi ni para mi familia. No es justo para nadie! Estaba tan enojada que mis reacciones que, en realidad eran miedo, se traducían en enojo en muchas de las cosas que hacía. Estaba enojada, hasta conmigo misma.
Negociación
Pensé que esto era una prueba del universo, de la vida, de muchas cosas. “Seguro si los humanos trabajáramos más para cuidar nuestra salud, a nuestro entorno, a la naturaleza este escenario habría sido distinto.” pensé no una sino muchas veces. Busqué significado en esta pérdida de lo que yo conocía como normal e internamente hice negociaciones conmigo misma.
Depresión
Después me sentí perdida. Despertaba para abrir los ojos y no podía pensar en otra cosa. Estaba confundida, cansada, incómoda y triste. Conocí una tristeza incapacitante. De esas tristezas que te piden quedarte en cama con los ojos cerrados y no lidiar con nada. O despertar cuando esto pase. Extrañé cosas que nunca me había detenido a apreciar. Como caminar con mi familia en lugares concurridos, visitar museos, ir al parque. Pensé que no podríamos salir adelante, que por mucho que siguiera instrucciones esto terminaría mal así que, emocionalmente, me rendí.
Un día me di permiso de llorar sola y ayudarme a mi misma. Seguro mis seres queridos necesitarán de mi ayuda y cómo podría yo ayudar si yo estoy tan fuera de mi.
Aceptación
Hoy que regreso estoy mucho mejor. Logré aceptar que vienen nuevos retos, que la forma en la que habíamos vivido cambiará drásticamente. Que si esperamos volver a como éramos antes de Covid eso NO sucederá pero que iremos descubriendo formas nuevas, métodos nuevos. Y que seguramente tendremos una nueva forma de ver las cosas. Más intensas, más reales, más hermosas, más humanas.
¿Cómo trabajamos estas etapas?
1. Hablemos sobre lo que está pasando
Como mencionó Julissa Rolón en una de sus intervenciones, el aislamiento social no es aislamiento emocional. Acércate con los tuyos, platica. Debate. Intercambia ideas y claro, también miedos. Platicar nos ayudará a aligerar la carga e incluso nos hará encontrar soluciones para muchos de los retos que nuestro nuevo normal significa.
2. Reconozcamos nuestras diferencias
No todos sufriremos este duelo de igual forma ni de igual intensidad. Para algunos, adaptarse a los cambios será mucho más sencillo que para otros y es así que todos podemos ser escuchas para quien necesite ayuda sin ser jueces en su proceso individual y característico de duelo.
3. Expresemos emociones
Date permiso para expresar tus emociones. Está bien no sentirse bien. Permite que los otros en tu entorno expresen sus emociones y fomenta esta práctica.
4. Reconstruyamos nuestro mundo personal
Claro que nos preocupan los cambios. Es innegable que quizá nos cueste trabajo adoptar algunos pero lo que es también cierto es que esta es una oportunidad innegable de reconstruir nuestro mundo interno y personal.
Pensamos de pronto que volveremos a la vida antes de COVID y quizá estemos equivocados. Este es un momento que definirá nuestro antes y después, cambiaremos la forma de andar, de pensar, de interactuar. Nuestra vida cambia, como cambiará la de todos.
Y así, en lo que eso pasa, permaneceremos todos observando. De cerca para aprender y hacer todo mejor la próxima vez que podamos.
“Texto originalmente publicado en” https://es.beyondtype1.org/