Cuando hablamos de un infarto lo podemos definir como la falta de flujo sanguíneo hacia un órgano, producido generalmente (y en la mayoría de los casos) por la obstrucción de un vaso arterial, por la presencia de una placa conformada de residuos lipídicos (colesterol y triglicéridos) y diferentes células inflamatorias. Cuando esta falta de flujo se produce en arterias que irrigan el músculo cardiaco, llamada arterias coronarias, se produce lo que conocemos como infarto agudo al miocardio. La consecuencia final de esta obstrucción es el daño a las células que conforman al músculo cardiaco, esto por falta de oxigeno transportado en la sangre; entre más tiempo permanezca tapada la arteria el daño será más severo y puede ocasionar muerte celular.
En el contexto clínico (signos y síntomas) el paciente que esta sufriendo un infarto lo manifiesta por la presencia de dolor en el pecho (referido en la mayoría de los casos como opresivo y que no se modifica con los cambios de posición de cuerpo) y generalmente se acompaña de falta de aire, sudoración fría, nausea, vómito y sensación de desmayo. Es importante mencionar que estos síntomas pueden ser diferentes en pacientes con diabetes, por la alteración que la misma condición causa a su nervios sensitivos, por lo que un paciente con diabetes podría tener dolor en la boca del estomago, en la espalda o solo falta de aire y estar presentando un infarto agudo al miocardio.
Lo cardiólogos catalogamos los infartos al miocardio en dos grupos: Infarto con Elevación del segmento ST e infarto sin elevación del segmento ST, esto basado en los cambios en el electrocardiograma inicial de un paciente que acude con algún síntoma sospechoso.
Ambas afectaciones pueden poner en riesgo la vida sin el tratamiento adecuado y oportuno, cada una tiene diferentes estrategias farmacológicas específicas y por ello se deben diferenciar oportunamente. En ambos casos es necesario saber si el paciente tiene factores de riesgo como Diabetes Mellitus tipo 2, hipertensión, obesidad, tabaquismo o colesterol y triglicéridos elevados. Es importante no minimizar los síntomas y acudir de inmediato a un servicio de urgencias donde pueda ser valorado y atendido.
En la cardiología hay una máxima regla que recordar: “tiempo es músculo”, entre más rápido reaccione un paciente ante un infarto al miocardio y reciba atención, menos daño celular presentará.
La prevención del infarto implica cambios en el estilo de vida (alimentación saludable, ejercicio cotidiano, disminución del estrés emocional y laboral), control de la enfermedades crónicas, bajar de peso y acudir a revisión médica periódica; esto permitirá identificar los factores de riesgo modificables y las metas de control para los niveles de colesterol y triglicéridos, presión arterial y peso corporal sano.
Referencias:
- Thygesen K, Alpert JS, Jaffe AS, Chaitman BR, et al. Fourth Universal Definition of Myocardial Infarction (2018). J Am Coll Cardiol. 2018 Oct 30;72(18):2231-2264. doi: 10.1016/j.jacc.2018.08.1038. Epub 2018 Aug 25.
- Esteghamati A1, Abbasi M, Nakhjavani M, Yousefizadeh A, Basa AP, Afshar H. Prevalence of diabetes and other cardiovascular risk factors in an Iranian population with acute coronary syndrome. Cardiovasc Diabetol. 2006 Jul 17;5:15.