El frío otoñal en el aire se profundiza cuando las hojas comienzan su inevitable erupción de gloriosos colores. Los niños gritan de alegría ante la perspectiva de ser asustados por las casas adornadas con fantasmas, brujas en palos de escoba y criaturas macabras. Así es octubre, el mes en el que un poco de miedo de Halloween en realidad puede ser divertido.
Pero, para la mayoría de nosotros, el miedo no es un juego de niños. No podemos guardar fácilmente nuestros miedos como lo hacemos con las decoraciones de Halloween, simplemente intercambiándolos por pensamientos de acción de gracias porque el calendario dice que es hora de hacerlo.
Cuando a mi hijo le diagnosticaron diabetes Tipo 1 a los cinco años, pensé que mi mayor temor con el manejo de su diabetes Tipo 1 sería inyectarle insulina. Pronto descubriría que me aguardaban temores mucho mayores siendo su cuidadora.
“¿Qué pasa si su nivel de azúcar en la sangre baja precipitadamente mientras duermo?”
“¿Qué pasa si no puedo manejar sus cetonas y su azúcar en la sangre cuando tenga un virus estomacal?”
“¿Qué pasa si no soy lo suficientemente estricta con el manejo de su nivel de azúcar en la sangre mientras es pequeño? ¿Qué significa eso para su salud a largo plazo?”
Estos son los temores que comparten todos los padres de niños con diabetes Tipo 1 dentro de nuestra comunidad colectiva cuando las cosas son normales. Pero estos no son días normales y la manera en que ocurren las cosas nos deja sintiéndonos particularmente fuera de control. Vivir con las restricciones de la pandemia durante ocho largos meses ha hecho que nuestros temores adquieran una dimensión adicional.
“¿Cómo puedo evitar que mi hijo contraiga COVID?”
“¿Qué pasa si mi hijo contrae COVID? ¿Qué implicará eso para él?
“¿Cuándo será seguro para mi hijo reanudar sus actividades normales como la escuela, las tareas y el juego?”
Conozco el miedo demasiado bien. No obstante, aunque desprecio las consecuencias de ceder al miedo, caigo presa de sus tentaciones y me aferro a él como lo haría con mi mejor amigo. Llevo el miedo conmigo como un incendio entre mis sienes, un tornado profundo en mis entrañas. Inundada de miedo, es fácil descender del presente a un mundo imaginario de “qué pasaría si”.
El miedo es un villano encubierto que acecha en las tierras sombrías de nuestras mentes. Si nos toma por sorpresa, el temor por la seguridad de nuestro hijo puede abrumar nuestros pensamientos y encerrarnos en ciclos mentales repetidos. Una vez que ese villano invisible secuestra nuestros pensamientos, ¿cómo podemos escapar de su asfixiante dominio? La próxima vez que el villano del miedo aparezca de forma espontánea, prueba estos pasos para expulsarlo.
RECONOCE TU PROPIO MIDO SOBRE EL MANEJO DE LA DT1 DE TU HIJO
Con mucha frecuencia, tenemos sentimientos sin tomarnos el tiempo para identificarlos. Esperamos que desaparezcan si los ignoramos, cuando en realidad, es todo lo contrario. Cuanto más ignoramos el miedo, mayor influencia tiene sobre nosotros. En lugar de ignorar el miedo, enfréntalo. Déjalo reposar. Identifica sus raíces para reconocer su fuente. Es posible que te sorprenda descubrir que has tenido este mismo tipo de miedo durante mucho tiempo, incluso antes del diagnóstico de tu hijo. Habla de tus miedos con un amigo de confianza, un terapeuta o un consejero.
APÓYATE EN LA MEDITACIÓN O LA ORACIÓN CUANDO SIENTAS QUE EL MIEDO SE LEVANTA Y QUE ESTÁ MÁS ALLÁ DE TU CONTROL
Cuando tenemos un miedo profundo, naturalmente experimentamos un ritmo cardíaco acelerado porque el sistema nervioso simpático de nuestro cuerpo activa sus mecanismos de defensa naturales. Una vez que se pone en movimiento, experimentamos un aumento del pulso y la frecuencia respiratoria, presión arterial elevada y músculos tensos. Respirar intencionalmente lenta y profundamente activa el sistema nervioso parasimpático, por lo que calma el cuerpo disminuyendo la presión arterial, el ritmo cardíaco y respiratorio, y relajando los músculos tensos. Los ejercicios de respiración profunda asociados con la meditación y las oraciones de respiración lenta practicadas en muchas tradiciones religiosas ayudan a calmar nuestro cuerpo cuando surge el miedo.
MANTENTE EN EL PRESENTE
Tememos lo que sospechamos que pueda suceder en el futuro. Cuando nos mantenemos arraigados en el presente, es más difícil que nuestros pensamientos se escapen hacia un territorio desconocido. Practicar la oración centrante o la atención plena nos ayuda a aumentar nuestra capacidad de permanecer en el presente y nos enseña a volver a concentrar nuestros pensamientos si comienzan a desviarse demasiado hacia situaciones hipotéticas. Cuando el miedo te abrume, tómate un tiempo para concentrarte en el presente repitiendo la palabra o frase que usas para practicar la atención plena o la oración centrante. Si la repetimos lentamente, al ritmo de una inhalación profunda seguida de una exhalación profunda, nuestro ritmo cardíaco se ralentiza, nuestra mente se estabiliza y permanecemos arraigados en el presente.
PRACTICA DEJAR DE PERSEGUIR LA PERFECCIÓN
Nadie hace todo “bien”. Tomar cualquier decisión implica sacrificios. El cuidado de la enfermedad crónica de tu hijo implica una gran responsabilidad, pero no puedes determinar ni controlar todos los resultados que lo afectan. Algunos de nosotros naturalmente sentimos un mayor deseo de tener el control que otros. Si eres así, recuérdate con frecuencia que estás haciendo lo mejor que puedes, pero en última instancia, no puedes controlar todo. Dejar ir el control no es una debilidad, podría convertirse en tu mayor fortaleza. Date permiso para dejar ir el control y luego visualízate soltándolo.
Y cuando el miedo surja durante la noche, respira profundamente unas cuantas veces y permite que la palabra centrante te traiga de regreso al presente, lejos del miedo.
Esto es lo que dice Thom Scher, director ejecutivo de Beyond Type 1, sobre Chronic Hope:
“La diabetes Tipo 1 requiere cuidado las 24 horas del día, y que se tomen decisiones de vida o muerte a diario. Los cuidadores de niños que viven con cualquier enfermedad crónica tienen una carga única, lo que genera un costo emocional para el que nunca ha habido una guía clara. Chronic Hope es esa guía, las experiencias, los consejos y los conocimientos de Bonnie forman un recurso invaluable para los padres de los niños con diagnósticos recientes, así como para los cuidadores experimentados que sienten síndrome de burnout por la diabetes”.