Me encontraba en una de las mejores etapas de mi vida. Buen trabajo, posición económica envidiable, bonos de desempeño, prestaciones, reconocimientos por los logros alcanzados dentro de la institución, buena imagen profesional y una trayectoria ascendente plagada de éxitos.
Por supuesto que todo lo anterior venía acompañado de una serie de demandas para estar en esa posición: horario de trabajo de siete días a la semana, viajes continuos, noches de insomnio o mal dormir, “comidas de negocios”, incremento de peso y de la presión arterial, mucho tiempo frente a la computadora, falta de ejercicio, etc. En resumidas cuentas una gran presión y carga de estrés.
En aquella época estaba más preocupado por la situación profesional que por mi salud.
Buena parte de mi vida la había llevado de manera ordenada y sin excesos. Con regularidad me hacia revisiones generales para evaluar como andaba de salud. Durante varios años todo salió bien. Sin embargo algunos parámetros, como la presión arterial, la glucosa y el peso, empezaron a incrementarse de una manera lenta pero constante.
Debo mencionar que para aquellas fechas los valores de glucosa en sangre no sobrepasaban los límites recomendados por los laboratorios; sin embargo, si esos valores los comparamos con los parámetros que se manejan en la actualidad, ahora puedo decir que en aquel entonces ya existían señales de advertencia.
Señales que ignoré y que no les di importancia.
Algunos años después me diagnosticaron Diabetes Tipo 2. Ya venía padeciendo meses atrás sed constante, hambre a todas horas, visión borrosa, sueño, fatiga generalizada y fuertes dolores en articulaciones y espalda.
Por un momento me dije:“Es el exceso de trabajo y ya no eres un jovencito”
No obstante, que me estaban informando que padecía Diabetes, diagnostico apoyado en evidencias de laboratorio, pensé que, así como me lo estaban platicando, no era un problema mayor y por otro lado, ¿Como era posible que eso me estuviera pasando a mí?
Siempre he sido aficionado a buen comer. Al principio de todo pesaba 95 kilos y considero que el descuido a mi salud fue el detonante del padecimiento.
Entonces empecé a buscar una justificación a mis males, y como ya mencioné, el estrés fue la justificación. Dije la presión en el trabajo desencadeno el padecimiento.
Entré en una depresión muy profunda. Me decía ¿cómo es posible que me ocurra esto ahora?, ¿por qué a mí?
Fue como perderle sentido a la vida. Me preguntaba ¿pase por tantas cosas para llegar hasta aquí?, ¿es esta la manera de terminar con una vida “exitosa”?
Desde el primer momento inicié el tratamiento médico; pero el enfrentar el padecimiento y sus consecuencias multifactoriales sólo las pude superar con apoyo familiar y psicológico. Esta etapa me tomó dos años.
Posteriormente, cuando tuve una mayor y mejor consciencia de mi situación empecé a ver que hay mucha información, diferentes tipos de ayuda, gran cantidad de gente que esta padeciendo lo mismo que uno, y también gente que lo puede ayudar a uno.
Me inscribí a varias páginas de internet latinoamericanas, europeas, norteamericanas de instituciones relacionadas con la diabetes, participo desde hace dos años en los talleres de educación para adultos de la AMD Jalisco, he leído, tomado cursos, asistido a congresos, y me sigo documentando.
Una de las cosas que primero cambié fue la alimentación, principalmente el tamaño de las porciones y el tipo de comida. Por eso logré bajar 25 kilos. Ahora como de todo, más sano, pero principalmente reduje el tamaño de las porciones. Como más pescado, menos carne de res y de puerco, mucha verdura, incorporé más fruta de la que yo comía. Evito las cosas fritas, empanizadas, y el azúcar refinada.
Modificar la alimentación es lo que más trabajo me ha costado, pero es lo que más me ha redituado. Controlo mejor el peso y por tanto la glucosa.
La actividad física ahora la hago con más frecuencia. Camino cuando menos cinco veces por semana durante 40 minutos.
Los médicos y la familia juega un papel muy importante. Sin embargo, yo soy el único responsable de controlar mi enfermedad.
Ellos me verán y me tratarán como una persona común y corriente en la medida que yo los mantenga bien informados sobre lo que es un paciente diabético.
La gente me pregunta si la enfermedad es costosa y les respondo que depende mucho de que se tenga apoyo de las instituciones de salud, o si uno mismo tiene que cubrir los gastos; pero también depende de la oportunidad con la que se hace el diagnóstico.
En mi caso, que clínicamente los médicos lo catalogan como de “Paciente Controlado”, tomo medicamentos orales para controlar la glucosa, para la hipertensión, el control del colesterol, y utilizo tiras para el monitoreo de la glucosa, el costo mensual es de aproximadamente $ 8,000.00. Si bien esta es una cantidad importante, es más importante tener presente que el costo del tratamiento de las complicaciones ocasionadas por la diabetes es muchísimo mas elevado que la cifra anterior.
Si me preguntaran ¿qué es vivir con Diabetes? Respondería: “Es llevar una vida más sana y ordenada”.
En síntesis he modificado mi alimentación, practico ejercicio, monitoreo la glucosa, visito regularmente al médico, no fumo, tomo mis medicamentos, participo en grupos de apoyo, practico rutinas para controlar el estrés, y me sigo capacitando en el tema.
Para aquellas personas que tienen obesidad y sobrepeso les diría:
Que son candidatos a padecer Diabetes.
Que la diabetes no es curable; pero si controlable.
Que uno como paciente es el único responsable de reducir el riesgo de las complicaciones.
Y quizá lo más importante, que con cambios en su estilo de vida están a tiempo de evitar que se desarrolle la enfermedad.
Para terminar:
Si bien mi trayectoria profesional fue exitosa, ahora en esta etapa de mi existencia, uno de mis mayores éxitos es que día con día aprendo a vivir con Diabetes.
No sé cuántos años me queden de vida. Lo importante es que quiero pasarlos de la mejor manera en beneficio de mi familia y el mío propio.
Por: Marco Polo Castillo.
Tengo 64 años y desde hace 7 vivo con Diabetes Tipo 2.